Eduardo Martínez Barajas, impulsor de la modernización del cuerpo de bomberos

Su pasión por el beisbol, lo encaminó a tomar grandes decisiones y responsabilidades en su vida; su constancia, permanencia y perspicacia lo llevaron a lograr objetivos para el crecimiento y bienestar.

TIJUANA, MAYO 26,  2021.- Su vocación por rescatar a personas atrapadas entre las llamas surgió desde joven a raíz de su pasión por jugar béisbol en el equipo de bomberos. Para el ahora comandante retirado del Cuerpo de Bomberos de Tijuana, Eduardo Martínez Barajas, haber pertenecido a esta institución ha sido de constante lucha para equipar e impulsar la modernización de esta noble corporación.

Sus inicios.
Originario de Tijuana, Eduardo Martínez Barajas nació el 21 de marzo de 1937 en una vivienda humilde de la colonia Independencia. Segundo hijo de cinco. Su padre era el ex subcomandante de la Policía Municipal, Pedro Martínez Gallegos. En el seno familiar le fueron inculcados valores, sobre todo disciplina, responsabilidad, así como ganas de trabajar. A falta de oportunidades, solo pudo estudiar la educación primaria.

Apasionado del beisbol, siempre quiso ser jugador profesional de las Grandes Ligas, pero sus padres nunca se lo permitieron, pues al practicar ese deporte se viajaba mucho y lo consideraban peligroso. Decidió jugar a nivel local y regional tras formarse un equipo en el Cuerpo de Bomberos de Tijuana, perfilándose así en las filas como voluntario de la corporación en 1965.

En ese mismo año, el comandante Martínez Barajas contrajo matrimonio con la maestra de preescolar, Ramona Elvira Luevanos Hernández, con quien tuvo seis hijos: Marisela, Leticia, Sonia, Eduardo, Everardo y Edgardo, estos tres últimos siguieron sus pasos y se han dedicado a ser Bomberos; actualmente se desempeñan como capitanes en las estaciones de Playas de Tijuana, Estación Cortés número 7 y el último, como jefe de turno en la Estación Central de Bomberos.

En aquellos años trabajaba en las mañanas como chofer del transporte escolar, por las tardes hacía su servicio voluntario en el Cuerpo de Bomberos de Tijuana; también practicaba beisbol en el equipo de la corporación, que era manejado por Mario Alcalá, quien lo recomendó en 1969 para que jugara con el equipo de Tijuana del Sindicato de Burócratas, con la finalidad de apoyarlo durante un campeonato que se realizaba a nivel regional en la ciudad de Ensenada, obteniendo así su primer victoria en esa liguilla.

Al tener cuatro años como voluntario dentro de la corporación y continuar en el equipo de deporte, los compañeros le apodaron ‘El Gordo’ Martínez. Sin esperarlo, ese mismo año, el secretario sindical de aquella época, Manuel Trasviña, le otorgó la plaza base, desde ahí inició su carrera como bombero en el puesto de chofer de máquina. Él conducía e iba acompañado por un oficial y tres pitoneros cuando había una emergencia.

“Me tenía que capacitar bien. Eso era rápido, ya que sé manejar con mucha precaución, con buenos reflejos, pues llevas la responsabilidad de cuatro vidas más y al conducir en una emergencia siempre vas rápido y esquivando automovilistas. Lo más difícil era salir en las madrugadas, porque, aunque creía que iba solo por las avenidas, muchos conductores que salían de juerga, se atravesaban, eso era lo más peligroso en mi trabajo como chofer de máquina”, expresó.

Pasión por su trabajo.
Aunque tiene 21 años retirado de la corporación y 35 años de servir con pasión y valor a la ciudadanía, al comandante Eduardo Martínez Barajas aún se le iluminan los ojos e irradia pasión y energía cuando habla de su estadía en Bomberos. En aquel entonces laboraba para la Estación número 1, ubicada sobre la calle Ocho (avenida Constitución) en el primer cuadro de la ciudad, en el que pasó por varias etapas e historias para salvaguardar la integridad física de la población.

En 1980, Martínez Barajas fue nombrado comandante por el presidente municipal de aquella época, Roberto Andrade Salazar. Al tener 11 años trabajando en la corporación, el secretario general del Sindicato de Burócratas, Roberto Gamboa, le llamó para darle la noticia, y sintió que se le doblaban las piernas de los nervios, ya que no sabía que el cambio se iba a dar tan rápido.

Su paso como comandante de Bomberos no fue en vano, ya que al observar las carencias de la institución, desde la falta de equipo de protección, hasta infraestructura para atender a la comunidad por el rápido crecimiento urbano, gestionó ante el alcalde de Tijuana, Roberto Andrade, la creación y conformación del primer Patronato Pro Bomberos, al que incluía personalidades reconocidas de la iniciativa privada, como Mariano Escobedo Lavín, Alfonso Bustamante Labastida, entre otros, que respondieron con la compra de dos máquinas nuevas del año 1982.

Asimismo, lograron comprar más de 200 equipos de respiración autónoma, que también compartieron con la Delegación Rosarito, hoy municipio del Estado. También logró conseguir aparatos de radiocomunicación para cada una de las máquinas, favoreciendo en gran medida el trabajo que realiza la corporación.

Para el 22 de agosto, Día del Bombero, el comandante, Eduardo Martínez Barajas, consiguió por parte del exgobernador de Baja California, Xicoténcatl Leyva Mortera, que se les otorgara un estímulo económico por años de servicio. Desde 1982, las autoridades estatales y municipales brindan este reconocimiento y distinción a los tragahumo; además, cada año se les dota de uniformes nuevos.

Debido a las buenas relaciones con los departamentos de Bomberos de distintas ciudades de Estados Unidos, en especial de la ciudad de San Diego, logró adquirir dos camiones de bomberos a precio simbólico de un dólar, teniendo un total de cuatro máquinas más para que entraran en acción en la ciudad de Tijuana.

Al continuar al frente de la corporación, existía la preocupación de extenderse y atender de una mejor manera todas las emergencias de la ciudad, ya que en los años 80 solo se contaba con las edificaciones en la Estación número 1 en el sector Centro, en las delegaciones La Mesa, en la Presa Abelardo L. Rodríguez, en La Mesa de Otay y Rosarito. Después se construyeron las estaciones La Obrera en la delegación San Antonio de Los Buenos y Cortés número 7 para la delegación La Presa Este.

Pero aún faltaba una estación que sirviera para auxiliar con más bomberas y bombas de rescate ante cualquier emergencia. En 1987, el comandante gestionó ante el presidente municipal, Federico Valdez Martínez, la construcción de lo que hoy es la Central de Bomberos, actualmente la mejor equipada que resguarda máquinas de rescate, ambulancias, camiones telescópicos, lo más pesado y fuerte de la corporación.

La edificación fue inaugurada el 12 de agosto de 1989. Martínez Barajas poco a poco fue reestructurando la institución. Consiguió 150 plazas base más para quienes tenían tiempo laborando en la corporación, con el paso del tiempo los requisitos para ingresar han ido cambiando. Ahora, los jóvenes interesados en ser bomberos deben tener concluido el bachillerato y haber cursado la academia.

En 1990, Eduardo Martínez recibió el nombramiento de capitán de Bomberos activo. Tenía que estar al frente de la emergencia y rescate de las personas en situación vulnerable o cualquier riesgo. Para el 2000, con 63 años de edad y 35 de servicio en la corporación, el comandante se jubiló y retiró de las filas de Bomberos, consiguiendo por parte del sindicato municipal que quienes han sido capitanes de Bomberos obtuvieran su derecho de jubilación. Así, dejó un gran legado para esta institución.

Experiencia y Satisfacción.
A sus 84 años de vida, el comandante Eduardo Martínez es muy respetado y querido por toda la corporación. Tras su retiro hace 21 años no había vuelto a su lugar de trabajo. Conmovido y nostálgico saludó con gran orgullo a las distintas generaciones que han pasado a su mando, a quienes hoy laboran con pasión y valentía para apoyar a la población.

Martínez Barajas recuerda cuando estuvo presente en aquel incendio de noviembre de 1977, en el que el primer cuadro de la ciudad, exactamente en la calle Segunda y Niños Héroes, se llenó de humo por el incendio de la tienda Dorian’s, en aquel entonces una catástrofe económica para la ciudad. El fuego se extendió a más de siete tiendas que se ubicaban a los alrededores de la zona, dejando sin empleo a cientos de familias.

“Llegamos al punto del incendio, que estaba fuertísimo. Estacioné la máquina cerca del hidrante, pero al abrir las puertas de esa tienda grande tronó muy feo. Recuerdo que se quemó la mueblería Azteca y varias tiendas de ropa. En esas fechas ya ensayábamos las acrobacias para participar en el desfile del 20 de Noviembre, cuando días antes se registró ese evento que duró poco más de 15 horas. Tuvimos que solicitar la presencia de Bomberos de los Estados Unidos para poder controlar el incendio”, narró.

También estuvo presente en el incendio del Hipódromo, inició con la volcadura de un automóvil en el que se accidentaron tres estadounidenses, quienes perdieron la vida, cuando llegó el comandante tuvo la tarea de rescatar los cuerpos entre los fierros retorcidos.

El notable comandante vela diariamente por la seguridad de su familia, ya que actualmente tanto sus tres hijos, como dos nietos están laborando dentro de la corporación. Cuando salen a trabajar, él siente temor e incertidumbre por desconocer si regresarán a casa sanos y salvos.

Entre su constante lucha, Martínez Barajas se siente satisfecho por lo logrado, ya que siempre se rodeó de excelentes elementos como Narciso Laguna y el subjefe Carlos Carreño, que fueron apoyo incondicional para lograr los objetivos. El comandante hace un llamado a las autoridades y a la sociedad en general a seguir apoyando a la corporación para continuar creciendo y salvaguardando sus vidas.

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