Pandemia e Inflación No son simples “gripitas” Sus secuelas son devastadoras: Hambre, Enfermedad y Muerte

Los costos de la guerra están por llegar y acelerarán la escalada inflacionaria en los alimentos y energía.

CDMX, MARZO 14, 2022. La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes, ANPEC da a conocer la variación de precios en los alimentos esenciales de la canasta básica  en el período del 15 de febrero al 15 de marzo, sondeo de mercado efectuado en las áreas metropolitanas de 14 Estados de la República, registrando siguientes incremento de precios: jitomate 83.33%; cebolla 77.27%; lentejas 62.5%; limón 50%; chile serrano 45.45%; azúcar 40%; harina de trigo 35%; papa 27.27%; naranja 25%; huevo 20%; papel higiénico 20%; arroz 18.75%; chocolates en polvo 13.89%; frijol 13.39%; aguacate 13%; leche 9.09%; entre otros productos esenciales.

 

ANPEC desde hace una década no ha quitado el dedo del renglón al señalar que el impuesto más doloroso que existe y afecta a los más desfavorecidos de la sociedad, a los más pobres es la inflación. En todo este tiempo, las distintas autoridades hacendarias y de la banca central se han jactado de tener controlada la inflación, convirtiendo este supuesto en el sello de éxito de su política económica; sin embargo, nunca accedieron a voltear la mirada a la variación de precios que día con día padecían las amas de casa a la hora de hacer el mandado y pagar los servicios. Para ellos la inflación alimentaria es una “pecata minuta”, que no pone en riesgo el desarrollo productivo de la sociedad. A la luz de lo que nos ocurre, esta idea resultó ser un gran equívoco, ya que, la inflación galopante e incontrolada que vivimos está mandando por las nubes los precios de los alimentos y servicios, noqueando el poder adquisitivo de las familias.

Ahora en México la inflación no subyacente, aquella que tiene que ver con el consumo esencial, pago de servicios y costo de energía se encuentra por encima del 12%, tendiendo a llegar al 15%, ya que, están por registrarse los primeros impactos de los costos de la guerra. La inflación se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para todo el mundo, México no es la excepción, la inflación no resultó ser un problema coyuntural, “pasajero o de caja chica”, sino todo lo contrario, la inflación alimentaria se ha convertido en un problema de seguridad nacional, gobernabilidad y salud pública.

Ante lo evidente, los gobiernos han reconocido a la inflación como el principal problema de su agenda, lamentablemente no han atinado en encontrar políticas públicas que la atajen, mucho menos la resuelvan. Los gobiernos no saben qué hacer frente a la inflación alimentaria, se la han pasado dando palos de ciego, aquí aplica el refrán popular: “Tanto va el cántaro al agua hasta que se quiebra”. Un pueblo puede tolerar muchas cosas: promesas incumplidas, engaños y mentiras; cortinas de humo, frivolidades; demagogia y verborrea; cinismo y desvergüenza de parte de sus gobiernos y gobernantes, pero lo que no puede soportar es el hambre; no pueden dejar de llevar comida a las mesas de sus hogares; no hay un pueblo capaz de vencer al hambre, nadie puede vivir sin comer.

Lanzamos una señal de alerta por enésima ocasión, la pandemia que hemos padecido por más de 2 años nos empobreció, cobrándonos el impuesto más lacerante que existe, el de la inflación alimentaria, situándonos en los bordes del hambre y la desnutrición. La llegada de la guerra con sus costos, sumados a los de pandemia conjugan un peligroso coctel que detonará aún más la escalada inflacionaria de precios en los comestibles y quienes pagarán los platos rotos serán los más pobres, los más desprotegidos de la sociedad, “honrándose la máxima: Primero los pobres”.

Podemos darnos cuenta que la inflación reportada de 7.45% del último mes confirma el hecho de que no es una simple gripita, llevamos más de una década padeciendo los aumentos constantes de precios; así como la inflación, no vino y se fue, no se irá fácilmente. Lo mismo nos pasó con la pandemia: el 28 de febrero del 2020 el Covid llegó de “puntitas” a México y todos pensamos que era una simple gripita, que pronto pasaría, nunca imaginamos que llegaría a ser una pandemia que nos iba a enclaustrar y a detener nuestras vidas; perdimos 2 años de nuestras vidas, nos enfermamos y enterramos a muchos seres queridos y, aunque ahora estemos en semáforo verde, porque aparentemente el Covid Ómicron cedió su viralidad, vuelto a las calles buscando recuperar las actividades perdidas; lo cierto, es que lo hacemos con un miedo oculto, porque el virus ya nos ha jugado malas pasadas, por lo que, una 5a ola es un temor fundado.

El corolario de todo esto, es que no debimos, mucho menos debemos relativizar los males que enfrentamos. La pandemia más los costos de la guerra nos llevarán a vivir un 2022 con alimentos encarecidos y un mercado en desabasto. Por lo que, 2022 se sumará a los 2 años anteriores, convirtiéndose en un año más PERDIDO.

Nos está lloviendo sobre mojado, hagamos todo por RESISTIR.

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