TIJUANA, OCTUBRE 22, 2024.- El artero asesinato, el domingo pasado, del sacerdote zotzil Marcelo Pérez Pérez, en Chiapas, provocó la reacción de los laicos en esta frontera y la coordinación del Movimiento Testimonio y Esperanza manifestó, “con profundo dolor y consternación” su solidaridad “con la comunidad de fieles, con nuestros pastores y con la sociedad mexicana”, y exigió —“de manera enérgica”— al estado mexicano, una respuesta satisfactoria ante el atroz crimen.
Luis Arturo Palomares Toledo, coordinador en Tijuana de Testimonio y Esperanza, manifestó que los laicos “asumimos nuestra responsabilidad de ser agentes activos en la construcción de una sociedad más justa y fraterna”, siguiendo el ejemplo del padre Pérez, “quien entregó su vida al servicio de los más necesitados”.
Señaló que el llamado se intensifica ante la crisis de violencia que afecta a nuestras comunidades y que este trágico asesinato pone de nuevo en el centro de nuestra reflexión. No podemos permanecer indiferentes, dijo.
Indicó que el párroco asesinado fue un testimonio vivo del compromiso con los marginados y vulnerables, ante lo cual nos corresponde a nosotros, como laicos, asumir nuestra parte en este legado. “En nuestras familias, en nuestras comunidades y en nuestra vida pública, debemos ser constructores de la paz y defensores de la dignidad humana, y rechazar con firmeza toda forma de violencia e injusticia”, enfatizó.
Palomares Toledo manifestó que este trágico acontecimiento es también un recordatorio urgente de nuestra corresponsabilidad con las autoridades civiles y de nuestra exigencia de justicia.
Como ciudadanos, precisó, debemos exigir que el Estado cumpla con su deber de proteger a todos los miembros de nuestra sociedad, especialmente a aquellos que dedican su vida al servicio de los demás. La impunidad y la ineficacia en la investigación de estos crímenes —advirtió—, debilitan nuestra confianza en las instituciones y erosionan el tejido social y la vida pública.
El líder del grupo religioso en Tijuana enfatizó que a la luz de la doctrina social de la iglesia, “es un imperativo que todos los sectores de la sociedad —gobierno, comunidad eclesial y organizaciones civiles— redoblemos esfuerzos en la lucha por la justicia y la paz. Esto no solo es un mandato de nuestra fe sino un deber ético que nos llama a la acción”.
Indicó que hacemos eco del llamado de nuestros obispos, exigiendo a las autoridades que realicen una investigación transparente y exhaustiva para que el asesinato del padre Marcelo no quede impune. Pedimos también, subrayó, la implementación de medidas concretas y efectivas para proteger a quienes, como él, arriesgan su vida en el ejercicio de su misión pastoral y social, particularmente en zonas de conflicto y violencia.
Como laicos y sociedad, ante múltiples actos de violencia que socavan los valores fundamentales de la justicia y la paz a los que aspiramos como nación, reafirmamos nuestra determinación de trabajar por la construcción de una sociedad donde prevalezca la justicia, la reconciliación y el bien común, sabiendo que la paz verdadera solo puede alcanzarse cuando se defienden y respetan los derechos fundamentales de todas las personas, precisó.
Y finalmente pidió que el sacrificio del padre Marcelo Pérez inspire un compromiso renovado con los valores del Evangelio, “y que su memoria nos impulse a trabajar incansablemente por un México más justo, donde la violencia no tenga cabida y donde la dignidad de cada persona sea respetada”.