DORA ELENA CORTÉS
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TIJUANA BC 28 DE OCTUBRE DE 2020 (AFN). – Hoy, como ya se enteraron por la información surgida al respecto, falleció el apodado “comandante Cobra” Iván Mariano Martín del Campo Riebeling, con apenas unos días del asesinato de su más férreo operador en redes, Mariano Rafael Soto Cortés.
De hecho, Mariano Soto -asesinado el 5 de este mes- salió a colación con apenas unas horas de la muerte de su “compadre Cobra”, cuando una mujer -que se dice activista del Estado de Jalisco- sin siquiera conocer realmente su nombre- mucho menos su historial- lo presentó ante el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador- como uno más de los presuntos “defensores mexicanos” que, mueren, por supuestamente, buscar la justicia.
Y de ambos casos tuvo que ocuparse -de nueva cuenta- la prensa, pero lamentablemente, es por el hecho de que, personajes como los dos mencionados, se han convertido en “antihéroes” a los que siguen grupos de personas en el país, que están desilusionadas de la justicia; que no han encontrado respuesta en los gobiernos oficialmente constituidos, y que -de plano- no creen en nada de lo que se les dice, y esperan que alguien -como estos dos mencionados- se planten ante la opinión pública, y aunque no tengan pruebas de lo que dicen (con perdón por la expresión) les «mienten la madre» a las autoridades, y a todo aquel que los confronte.
No les importa si es verdad, que llamen ladrón a uno; corrupto a otro, o prostitutas a las mujeres (mientras no sean las propias), ni tampoco que se dañen imágenes, o se destruyan reputaciones, pero están tan enojados, que quieren ver dolor en otras personas que “ni lo deben, ni lo temen”, y más, si se trata de individuos con algún cargo público, o de representación social o popular.
Entonces, por sus exabruptos y majaderías, los convierten en periodistas, o defensores de los Derechos Humanos, y los siguen, y les aplauden, y hasta los ponen en “nichos”, para casi convertirlos en Santos, difundiendo la idea de “complots” para asesinarlos.
En el caso de Mariano Soto, es claro que sí fue ejecutado, pero lo que no queda claro es quién ordenó esa muerte, porque a lo largo de su intentona por hacerse pasar como periodista, dañó a muchísimas personas, que bien pudieron guardarle la venganza, hasta un mejor momento.
Sin tener mayores datos, ni información, la mujer -que se plantó ante el presidente mexicano para abordarle varios casos, entre estos el de quien llamó Mario- fue todavía más atrevida, al repetir la versión, que algunos estuvieron circulando, en el sentido de que, gracias al Colectivo #yosísoyperiodista, de Tijuana, a Mariano Soto se le habría retirado la protección, porque “le fue solicitado a la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos”, Rosario Piedra Ibarra, que no se le otorgara.
Lo que la activista jalisciense pasó por alto es que, doña Rosario Ibarra no decide en el Mecanismo, y que ella misma lamentó la muerte ocurrida, y exigió investigación del gobierno de Baja California.
Además, tampoco supo (o por lo menos no se lo dijo al presidente), que el propio Mariano Soto rechazó la seguridad que le ofrecieron (tanto el gobierno del Estado, como el Federal), bajo el argumento de que no confiaba en éstos, que no se sentía inseguro, y que solicitaría la protección cuando así ocurriera, no obstante que, hacía denuncias “sin ton ni son”, obviamente, en busca de algún arreglo económico que le pudiera permitir seguir viviendo, de lo que se acostumbró.
Tampoco consideró el hecho de que el Sistema Judicial no le canceló la sentencia de semi-prisión por violación a lo ordenado por la juez que lo enjuició, ni la Fiscalía o el Sistema Penitenciario lo promovieron, no obstante que era público y notorio que, abiertamente se burlaba de lo ordenado por la juzgadora.
Es más, un amigo del propio Mariano Soto, identificado plenamente, habría dicho que era informante de la DEA, y que -supuestamente- elementos de esa agencia estadounidense contra las drogas “lo tenían protegido” y que éstos habrían solicitado al gobierno de México “que se le mantuviera con esa cobertura del Mecanismo para Periodistas, porque les era indispensable, ya que les brindaba información”.
Y si algo de esto fuera cierto, por una parte se entendería, entonces, porqué, a pesar de todas las quejas y denuncias, seguían protegiendo -de una manera muy amplia- a Mariano Soto, y también se entendería que este hombre, les proporcionaba datos del crimen organizado, ya que la DEA hace investigaciones en torno a drogas, y de ahí, podría surgir -también- otra línea de investigación, en el sentido de que lo mataron aquellos que entendían que los estaba “poniendo”, como normalmente dicen en el argot policiaco
Pero pese a todo eso, de todas maneras, volvió a ser tema el de Soto, en virtud de que, se convirtió en un “antihéroe”.
Y el problema aquí es que, lo que ahora está sucediendo (y lo hicimos notar en numerosas quejas y denuncias, ante las autoridades de los tres niveles de gobierno) con la complacencia que se ha dado este tipo de personas, a las que luego se les confunde con defensores de los derechos humanos y periodistas, cuando terminan de esta manera (porque se están jugando la vida constantemente con sus acciones), entonces los gobiernos deben enfrentarse a señalamientos como los que ahora se hacen, en el sentido de que les matan a defensores, activistas, y otros supuestos líderes, por “pelear por la justicia”, cuando no es así.
Y los gobiernos deben de cargar con ese estigma, y pasar como autoritarios que, no permiten que los mexicanos lleguen a disentir.
Por lo que respecta a Iván Mariano Martín del Campo Riebeling, también éste se convirtió en otro “antihéroe”, aunque al haber salido de prisión, mantuvo un bajo perfil, y ya no como antes, por lo que vimos que no generó nuevos escándalos.
Él, a través de corrupción y escándalos llegó a incrustarse en todas las corporaciones policiacas existentes -a nivel nacional e inclusive con el Ejército y grupos de inteligencia- y, protegido con esas relaciones, cometía abusos, con personas con las que frecuentemente tenía alguna diferencia.
Tras amenazar al compañero Odilón García, pudimos darnos cuenta de su existencia, y también, pronto se demostró que realmente no era alguien dedicado de manera auténtica a la defensa de los Derechos Humanos, e inclusive, llegó a tener acusaciones del gobierno de Estados Unidos, por la ocasión en que ingresó de manera ilegal a su territorio, para destruir una máquina con la que retiraban árboles en La línea Internacional de Tijuana con San Ysidro.
Entró y salió a prisión, gracias al Nuevo Sistema de Justicia Penal, y ya no se le vio escandalizando, aunque una de las últimas veces en las que se supo de él, fue cuando participó en una manifestación -que apenas reunió a pocos- para protestar por la violencia en Tijuana.
Ahora, se supo que el 12 de este mes ingresó al Hospital General (donde trabaja su padre, el Dr. Hugo Martín del Campo Correa), afectado por Covid-19, seguramente porque no tomó las precauciones señaladas, ni consideró la realidad de la existencia de este virus.
Para algunos fue extraño que un hombre de su corpulencia, y supuesta buena salud sucumbiera ante el Covid-19, sin embargo, habrá de recordar que Riebeling consumía ciertas sustancias, lo cual quedó oficialmente registrado cuando su detención. Eso probablemente minó su organismo, y transcurridas las 9:00 horas de este día, finalmente sucumbió.
Algunos de sus seguidores empezaron a especular sobre el hecho de que, se trataba de “un nuevo asesinato en contra de un valiente que levantaba la voz”, sin considerar que nadie está exento de la muerte, que existen las coincidencias, que su organismo no estaba todo lo sano que parecía, y que -además- en el Hospital General labora su señor padre, quien seguramente estuvo al tanto de la atención que ahí le brindaron, desde 16 días atrás.
Y doy atención a estos temas, porque hoy fueron noticia, y es necesario que, por fin, las autoridades entiendan que deben aplicar la ley cuando y donde es necesario, para evitar que sigan apareciendo los “antihéroes”, que tanto daño le hacen a la sociedad. Y pese a eso, mi respeto por el dolor de la familia Martín del Campo.
Información de Agencia Fronteriza de Noticas