TIJUANA, JUNIO 16, 2023.- «Hay que disfrutar cada día como si fuera el último», decía Don Eligio Valencia Roque. Hoy, viernes 16 de junio, fue el último día de su vida, gozaba de 83 años de edad y se despidió de este mundo terrenal para continuar su camino por la eternidad.
Mi más sentido pésame a sus seres queridos y en su memoria contaré esto:
Hace unos ayeres, me contaba una anécdota que le hacía mucho reír. Y la cuento porque quiero que ría eternamente. En contraste con esa figura seria que muchos le conocieron…
En sus oficinas del Gran Diario Regional «El Mexicano», en aquella dirección donde había un escritorio grande, tallado, de Jefe, pues! Me confió que siendo un niño, apenas a los 7 años de edad, su papá le encomendaba llevar a los chivos a pastar, en los cerros escarpados de su natal pueblo de Aranza, Michoacán. Ah! pero no iba a pie, tenía vehículo: un burrito muy necio que tenía que arrear además de a las chivas y chivos que pastaban en los alrededores.
Ese burro era un dolor de cabeza, así que un mal día, aclaro «no bueno sino mal día» el niño Eligio, molesto de batallar a ese burro-cabezón, perdió los estribos y tomó un pedazo de rama seca que encontró en el camino y para castigar al burro que «ni para atrás, ni para adelante». El niño le asestó con ambas manos un leñazo que hizo al cuadrúpedo perder el equilibrio y caer NOQUEADO.
El niño se horrorizó al notar que el burro no se movía y por un momento pensó que se había muerto.
El llanto a los 7 años de edad, no se hizo esperar y acto seguido apareció la súplica para que ese «burrito lindo» se levantara y desde luego no le contara nada a su papá.
El llanto se dividía en dos partes: 1) la conmiseración por el pobre animal moribundo y 2) la paliza que le pondría su papá al haber matado al único burro (ultimo modelo) con el que contaba la familia Valencia-Roque.
Luego de muchas súplicas el burrito abrió un ojo, luego el otro y se incorporó tambaleándose para alegría del niño que había transformado el llanto derivado del miedo de la paliza que le iba a pegar su papá en otro llanto, ahora de alegría porque el burrito no se había muerto.
«Y yo le decía, perdón burrito, levántate, mira que no te pegué tan fuerte… Por favor burrito, no seas malito, párate por favor»… contaba Don Eligio entre risas al vivir nuevamente ese momento y ver a ese niño travieso.
Con el tiempo, se hizo amigo del burro y jamás le volvió a pegar, ni con el pétalo de una rosa.
Como podrán notar, estimados amigos, esta anécdota de infancia, pinta muy bien al personaje…
Un hombre que tuvo que superar la pobreza, las carencias, que tuvo que adquirir etiqueta y superar muchas adversidades de infancia y adolescencia para convertirse en todo un Director (lo pongo en mayúsculas) del que llegó a ser, el mejor y de mayor circulación periódico-diario-impreso de todos los tiempos, en Baja California.
Luego, dirigente de la Confederación de Trabajadores de México en el estado CTM y hasta su muerte (criticado o no) líder obrero de esta central encausada por el finado y sempiterno líder cetemista Don Fidel Velázquez.
Desde entonces, y luego de esta anécdota, cada vez que lo veía le preguntaba por ese burrito de su infancia para arrancarle una carcajada y un fuerte apretón de manos.
Me gustaba regresarlo a esa vivencia, a ese inicio de su vida. Y a él le complacía ver ese primer éxito de su vida, la suerte que tuvo ante un burrito dado por muerto, pero al final de varias horas, resucitado.
Murió de causas naturales, el hombre que llegó a contratar a un poderoso grupo de reporteros, egresados de la Universidad Veracruzana UV (prácticamente los de la misma generación, mismo salón de clases) para trabajar en Baja California y narrar así en sus plumas la realidad bajacaliforniana.
Aunque no trabajé jamás como reportero en El Mexicano, tuve la fortuna de contar con la amistad profesional de los reporteros. Aveces el celo para lograr la mejor noticia entre mis compañeros -a quienes les tengo profundo respeto- se hizo presente. Pero el comentario viene al caso porque Don Eligio a quien hoy presento mis respetos, el mismo de sombrero oscuro, y puro en la mano derecha, nos unió y unió muchas historias, noticias y personajes políticos, al rededor de su presencia en Baja California, sin ser un hombre de grandes discursos o grandes letras, pero con una enorme suerte y sagacidad para abrirse paso entre la política y el periodismo.
Descanse en PAZ Don Eligio Valencia Roque
«Hay que disfrutar cada día como si fuera el último»