Entrevista a Luisa Bargalló II parte
Por Ursula Mansur
Secretos de Nuestra Historia El 13 de junio de 1939 arribó a México el barco Sinaia con 1600 refugiados de la guerra civil española, el barco había zarpado desde Séte, Francia el 25 de mayo y al llegar al puerto de Veracruz, el Secretario de Gobernación Ignacio García Téllez, dio sus palabras de bienvenida y ofreció la hospitalidad a los republicanos, en su mayoría artistas e intelectuales, a quienes el presidente Cárdenas les otorgó el exilio y contribuyeron al crecimiento de las artes, las ciencias y las humanidades en México. En ese barco, conocido como El buque de la vida junto a los grandes humanistas, como Ramón Xirau y Adolfo Sánchez Vázquez, llegó Luisa Bargalló Porrera, a la edad de 14 años, huyendo de los campos de concentración del régimen fascista en España, como lo relató en la primera parte de esta entrevista.
La trayectoria de la Química Luisa Bargalló, quien fuera maestra del Centro Escolar Agua Caliente durante 32 años, recibió un homenaje póstumo el pasado 12 de mayo en la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas a petición de un grupo de exalumnos que solicitó a los regidores se le rindiera el merecido reconocimiento por su labor como docente y su aportación al fortalecimiento del centro escolar, como todo el grupo de refugiados españoles que huyendo del franquismo y gracias al exilio y el apoyo otorgado por el Presidente Cárdenas contribuyeron a elevar el nivel educativo en Tijuana. En el acto estuvo presente su hija, Sara Cortés, quien fuera directora de la Facultad de Medicina, quien expresó “Hubiera disfrutado mucho recibir este homenaje y sobre todo en este lugar tan significativo para ella”. La entrega de la placa a la maestra Luisa Bargalló Porrera En memoria por su labor educativa en la región, maestra ejemplar y ciudadana distinguida fue entregada por los regidores Miriam Patricia Echeverría y Manuel Montes de Oca y el Patronato de la Preparatoria Lázaro Cárdenas; en el evento llevado a cabo en la recién restaurada fuente de El Fauno, estuvieron presentes maestros y directores del centro escolar, en la conducción Consuelo Rey y el maestro Enrique Briseño quien fuera el Presidente del patronato de la restauración de la fuente de El Fauno, y el actual presidente Ignacio Ayala, el cronista de la ciudad, el maestro Mario Ortiz Villacorta, el profesor Eliseo Hernández Abarca, amigo muy cercano a la maestra Luisa, el profesor José Barajas quien realiza actividades culturales en el bungalow21 y algunos historiadores como el profesor Carlos Alberto Pinha Mata.
En la primera parte de esta entrevista la maestra Bargalló relató a Diario Tijuana como tuvo que huir del fascismo durante la guerra civil española en 1939. En esta segunda parte nos narra cómo fue el recibimiento y su estancia en México y la razón por la que llegó a vivir a Tijuana, aportando sus conocimientos en Química y llevando a cabo la gran labor de enseñar a las nuevas generaciones de preparatorianos del centro escolar Agua Caliente sin cobrar; la convicción de aportar al pueblo a través de la enseñanza, era una convicción heredada del ejemplo de sus padres, viniendo de una familia de educadores republicanos.
Ante el panorama del fascismo y la segunda guerra mundial, después de haber huido de un campo de concentración en España y haber llegado a Francia y estar otros días en un campo de concentración, finalmente recibieron noticia de que podían exiliarse en México, así que, la familia aceptó la oferta del presidente Cárdenas de ser recibidos en México.
UM: ¿Cómo fue el viaje a México en el Sinaia?
LB: Salimos de Francia el 25 de mayo de la costa de Séte, porque nos arreglaron la salida. Era barco de tropas, muy grande y viejo, tardamos semanas y semanas en el mar, (por cierto, que ese barco lo hundieron después los nazis durante la invasión a Normandía). Veníamos creo que 1800, todos republicanos. Había mucha gente joven y familias.
UM: ¿Recuerdas quién los recibió en el puerto?
LB: En Veracruz nos recibieron muy bien, nos recibió todo Veracruz, todo el puerto estaba lleno, había policías y turistas. Nos recibió García Téllez que era el Secretario de gobernación, gracias a que Cárdenas abrió las puertas.
UM: ¿Cómo fue su estancia en Veracruz?
LB: No recuerdo por qué, pero creo que era semana santa, no había clases en una vocacional, entonces ahí pusieron colchonetas y ahí dormíamos; ahí mismo nos daban de comer…había un barco español que durante toda la guerra estuvo en el puerto, se llama El Marqués de comillas, muchos se iban a comer allá, nosotros comíamos en la vocacional o a veces por nuestra cuenta, no es que trajéramos mucho dinero, lo traíamos , pero el mismo amigo con el que estuvimos (en Francia), nos dio algo para movernos, no gran cosa; pero si algún día queríamos comer, podíamos comer.
No traíamos nada, traíamos una maleta vieja con cosas que nos dieron en Francia porque salimos de España a pie, caminamos como 5 días y salimos por los pirineos caminando entre la nieve, y dejamos las cosas, y lo que no dejamos, nos lo quitaron en España, hasta nos quitaron las casas, la casa de mi abuelo, cosas que no tenían que ver con la guerra, a todos los que salimos de España, nos dejaron en la calle. No nos dejaron absolutamente nada.
UM: ¿se incorporaron pronto a la vida cotidiana?
LB: Cuando llegamos, lo primero era saber qué comíamos. El gobierno republicano se estableció en México y tenía centavos, pero pocos y nos dio hotel, y nos daba 50 centavos diarios. Encontramos restaurantes de chinos, pero eran de comida mexicana, no china, y ahí comíamos.
Mi mamá se puso a dar clases de piano. Mi hermano tenía 3 años. Yo entré a una fábrica a enrollar vendas. Cuando hay un problema grave, la mujer encuentra con más facilidad trabajo que el hombre. Las mujeres ya estaban acomodadas y los compañeros de mi papá no encontraban trabajo.
UM: ¿Se debía a que tenían un nivel muy alto de estudios?
LB: Sí, por eso no encontraban. Fue natural, si de buenas a primeras llegan tantos. Estábamos pasándola muy mal, entonces hubo dos plazas para el centro escolar Agua Caliente para maestros españoles, pidieron que presentaran currículum, lo presentaron y se lo dieron a Laureano Sánchez Gallegos, que estuvo muchos años aquí en Tijuana hasta que murió, él fue rector de la Universidad de Murcia en España, y también se lo dieron a mi tío Miguel Bargalló que en aquella época era director de la Normal Superior de Barcelona, además de que se dedicaba mucho a hacer política , y se vinieron ellos dos, y los demás se quedaron allá. Entonces vivíamos con lo que ganaba mi tío aquí en Agua Caliente durante mucho tiempo.
Miguel Bargalló había estudiado para maestro de Normal y tenía doctorado en Filosofía y Letras; en la preparatoria daba Lógica y Ética, nos mandaba dinero y después vino de visita un inspector y vio a mi tío dar clases y le dijo que le iban a dar más clases, y les respondió: —No ya no quiero más clases, quiero que le den a mi hermano.
Entonces a mi papá le iban a dar clases en la vocacional, pero al mes le dijeron en Ciencias Biológicas en el poli de la Ciudad de México, qué: —¿cuántas clases quería? Que todo lo que quisiera—. Y ahí se quedó de por vida, dando clases y luego dirigiendo tesis, hasta que se jubiló.
El gobierno mexicano puso un tren en Veracruz, que quien se quisiera venir a la ciudad de México, se viniera. Yo no me quería ir, me encantaba Veracruz. Me dijeron: —déjate de cuentos, no hay que separarse de todo el grupo, porque lo que haga el grupo lo hacemos todos, solos no hacemos nada; cuando estuvimos en el hotel ya fue en la ciudad de México.
UM: ¿A qué colonia llegaron a vivir?
LB: Vivíamos en la Roma, en Puebla 84, me gustó mucho vivir ahí, esa colonia era de la época de Don Porfirio, me gustaba mucho, viví 10 años.
UM: ¿En Ciudad de México hiciste la vocacional y ya tenías decidido estudiar Química? LB: Ahí hice la prepa en el colegio Luis Vives, ese era particular, lo pusieron refugiados españoles, estaba por Gómez Farías, cerca del monumento a la Revolución, y de ahí me fui a la Facultad de Química, en esa época estaba en Tacuba. Aquí fue donde me acabé de convencer de estudiar
Química, yo desde chica decía en mi casa que iba a ser maestra, pero también me dije, voy a ser lo que yo quiera, voy a ser Química.
UM: ¿En qué año entraste a la Universidad?
LB: En 1943, es que perdí un año por el papeleo, acabé la preparatoria, pero no tenía arreglados los papeles, llegué en 1939, más los dos años de prepa.
UM: Era una época muy difícil para que la mujer fuera a la Universidad y más aún estudiar una carrera que no se asociaba con la mujer, ¿tuviste dificultades? En España, así era, pero en México, no. Yo llevaba una idea equivocada porque estaba pensando en el DF, que era lo único que conocía, en la provincia no sé, eso también hay que verlo, pero en el DF había de 13 a 15 muchachos y como 20 muchachas, éramos más mujeres que hombres, y a mí eso me asombró muchísimo porque en España no era así. Así es que en aquella época decir que por ser mujer no estudió, puras mentiras.
UM: ¿Te señalaron en aquella época por haber elegido estudiar esa carrera?
LB: No, mis papás me apoyaron mucho, desde siempre; mi mamá era feminista, era la que en España andaba pidiendo el voto femenino, y ella siempre renegó de que no le permitieron estudiar, aun así, le ayudaba mucho a mi papá a revisar las pruebas; por ese lado no tuve ningún problema.
UM: ¿Tus amistades todos te apoyaban?
LB: Sí, todos los que vinimos, a veces no comíamos, pero todos estudiábamos. Mi hermano estudió para ser Ingeniero Mecánico y luego hizo un doctorado, se dedicó a la Ingeniería y daba clases, ahora ya está jubilado. Yo estaba en la UNAM, y se fundó el Hospital de nutrición y empecé a trabajar en nutrición, estaba muy bonito el hospital y con lo último en tecnología, estaba muy contenta, me hubiera quedado toda mi vida ahí, en análisis clínicos, pero recibí una carta de mi tío que estaba aquí en Tijuana diciéndome que yo agradecía mucho a México que nos hubiera aceptado, que, si me había puesto a pensar qué había hecho yo por México… pues nada.
Me dijo: —Aquí hay tres grupos de secundaria, dos de vocacional que no encuentran maestro de Química. —No se puede creer, pero es que Tijuana era un pueblito—. No tienen maestro de Química y llevan todo el año sin clases, así es que piensa, tu conciencia qué te dice—. Y lo pensé mucho, porque allá estaba tan contenta, y me dije, sí tiene razón y me vine sola a Tijuana.
Primero
extrañé mucho la Ciudad de México, pero me gustó mucho el ambiente de Agua Caliente, me sentí muy a gusto, que ya no quería volver.
UM: ¿Qué recuerdo tienes de la primera vez que viste Agua Caliente?
LB: Llegué en 1948. Estaba todo tan bonito, los jardines, todo era precioso…el ambiente… eso de que era un centro cultural no es cierto; pero la gente eso sí, era diferente. En la prepa yo no gané ningún centavo, y no nada más yo, ninguno de mis compañeros que dábamos clases en la preparatoria Lázaro Cárdenas; hasta que se federalizó. La federalizó Echeverría; pero estuve 32
años sin cobrar.
Durante la época del casino se construyó una villa de bungalows para que ahí vivieran los artistas que daban espectáculos o bien fueron habitados por jeques o marajás o grandes luminarias de Hollywood que preferían la privacidad, que no tenían en el hotel. La arquitectura mudéjar los caracterizó, creándose un ambiente muy andaluz. En el periodo que el presidente Cárdenas expropió el casino, los bungalows se designaron para que fueran las casas de los maestros refugiados de la guerra civil española.
UM: ¿Y al llegar les dieron casa inmediatamente en los bungalows?
Mi tío tenía bungalow y me fui a vivir con él, creo que era el número 1 porque era entrando, estaban de un lado, lo que después fue de militares y enfrente del bungalow de un general.
Cuando él llegó, la mitad lo ocupaba Don Laureano, el otro español con su esposa. Y al morir don Laureano, mi tío se quedó con todo el bungalow, me dijo: —Mira me arreglaron y me pintaron 2 cuartos y ahí vas a vivir tú y yo vivía en la mitad del bungalow y él en la otra mitad.
UM: ¿Y no les cobraban los servicios, agua, luz?
LB: No, era gratis eso, y a mí no me pagaban, yo dejé allá mi sueldo para estar aquí y no ganar, me mantenía mi tío, me daba algo y comía en casa de un maestro que su esposa hacía la comida riquísima, señor Chefino, en el siguiente camino (corredor), que es donde vivían unos que ya murieron, Tona y después Los Bermudez, ahí vivía el sr Chefino y su esposa.
UM: ¿Y había otros españoles refugiados de la guerra civil?
LB: En esa época no, hubo antes y también después, Uno que se llamaba Seijo y otro que se llamaba Fierro, pero yo no los conocí.
UM: Hablando de los maestros refugiados de la guerra civil española, ¿conociste a los maestros Adolfo Vidal y Planas, y Arturo Pompa y Ibarra?
No me acuerdo en que año llegó, pero quiero aclarar que siempre ponen en esa lista a Antonio Blanco, y él fue muy buen maestro de Literatura, y sí era español, de mi edad, pero no era refugiado (de los que llegamos en el barco) él vino de España cuando yo ya estaba aquí, cuando estaba recién casada en 1951. Había un francés, Argudín, también era un refugiado, pero no estuvo mucho tiempo.
La maestra Bargalló recuerda que el espacio que se designó para el salón de Química era el lobby del spa de Agua Caliente, cerca de los baños y le parecía un lugar bonito porque estaba lleno de mosaicos y en las paredes había unas ninfas de la mitología griega; el laboratorio de Química contaba con lo indispensable, pero si se podía trabajar. Generalmente siempre tenía 50 alumnos.
LB: Daba clases en la mañana en la secundaria, ahí si nos pagaban, y luego en la tarde, que eran las clases que dábamos gratis, desde 1951. Cuando yo llegué no había preparatoria, estaba la vocacional, yo daba 20 horas gratuitas, porque había la materia de Química orgánica e inórgánica porque estaba la vocacional de ciencias biológicas que luego la quitaron, luego sólo había Ingeniería. Daba clases en 1ero y 2do.
La Química Bargalló impartió clases durante 32 años desde 1948 hasta 1980 que se jubiló, nos comentó que ha continuado el contacto con sus alumnos.
UM: ¿Sigues frecuentando a los alumnos, qué recuerdos tienes de ellos?
No a todos, un día estaba calculando, por el número de grupos, y son más o menos 12 mil a los que les di clases. No he vuelto a ver a todos, pero, si estoy en contacto con algunos de ellos. No eran en apariencia bien educados, pero sí lo eran internamente, más que ahora.
Sobre las leyendas de Agua Caliente nos comenta:
Contaban la leyenda de la bailarina, pero no la vi, nada más el velador, un güero joven, renunció porque decía que le salía la bailarina, pero nadie le creímos… Decían que la bailarina aparecía siempre por el lado donde está el bungalow 21.
Sobre su matrimonio con el profesor Jesús Cortés, prestigiado maestro con una amplia trayectoria en el sector educativo y como profesor del centro escolar Agua Caliente, nos comenta que se casó el 16 de febrero de 1951, la boda se realizó en el bungalow 21 donde vivía el profesor Manuel Marín Capaceta y su esposa, quien se encargó del convivio.
LB: Fue una boda muy especial, no estuvieron presentes ni mis papás, nada más mi tío y los Marín Capaceta, ellos fueron los padrinos, y maestros, pues éramos una familia en Agua Caliente…
Éramos como 20 o 25, un brindis muy reducido. De todo se encargó Estela que era la esposa de Marín, él tuvo una gran amistad con mi esposo. Cuando nos casamos nos dieron una casa que ya la tumbaron, que estaba en el estacionamiento de la prepa, había un edificio muy grande que era de enfermería y al empezar el edificio había dos casas solas, pegadas, en una vivía el profesor Víctor Torres Camacho, y en la otra vivíamos mi marido y yo, el que vivía antes era un doctor que se apellidaba Bravo, que se acababa de ir.
La maestra, recuerda con agrado los bailes que se realizaban en el salón de oro, muy elegantes, ella no había visto algo así en la Ciudad de México; también recuerda la orquesta de Che Che Sánchez; el jueves social que hacía el maestro Aguilar de carpintería, siempre había alumnos
tocando la guitarra, tríos, declamando poesía; y las serenatas que se daban el Día de Las Madres y el Día del Maestro; también recuerda el proceso de cómo se fueron construyendo los salones de clases y los incendios que fueron acabando con el recinto histórico.
LB: Cuando yo llegué en 1948 había salones en U de esos que hacen de madera cubiertos de yeso, creo que eran 8 salones. Y cuando se federalizó en 1973, ya habían construido por aporte de los maestros 6 aulas y trataron de construir más, pero fue con donativos. Los muchachos también cooperaron mucho, fue cuando estaba de director el profesor Jesús Ruiz Barraza.
El primer incendio fue en el salón de oro…decían de los túneles y que por ahí se escapaban cuando venía la policía, no es cierto, esos túneles eran para la conducción de la luz y el agua. Por ahí se metieron con algún cerillo y de los túneles se pasó al salón de oro. El internado se quemó una orillita, pero lo apagaron, aunque ahí si lo destruyeron los de la ETI para hacer la escuela, y me dio mucho coraje, pero, en fin. Y la alberca, hubo muchos cuentos y al final ya se supo. Hubo un empleado que se le ocurrió recoger la hojarasca cerca de la alberca, hizo un montón y la prendió y es que claro se veía que era de material, pero todos los edificios eran de madera vieja. Se prendió esa parte y se prendió todo.
Siendo maestra de tantas generaciones, la Química Bargalló ha tenido innumerables muestras de afecto por parte de sus alumnos, quienes la han invitado a sus graduaciones y siempre recuerdan la fecha de su cumpleaños con felicitaciones y obsequios.
LB: Para los 50 años de una generación que fui madrina, creo que fue la generación 39, les regalé en el baile de graduación 6 fotos de la escuela, y las mandé a sacar copias y las guardé, si les interesa a ustedes, las busco y saco copias. No fui tan cuidadosa como mi padre que si tenía fotos de todo.
Ahora que sé que van a hacer un museo en el bungalow21, me gustaría darles algo para el museo,me iba a traer una mesita, pero mi marido me dijo: —acuérdate que nada de esto es tuyo—. No me traje nada, mi tío si tomó su cama porque dijo—: desde mi exilio, ésta es la única cama en la que he dormido—. Se la dimos prestada a Conrado Acevedo para el museo de Calafia, pero nunca he visto la cama, tiene el escudo de Agua Caliente en medio. Recuerdo que las hermanas Becerra se quedaron con cosas del casino, les dieron un bungalow, es probable que Filiberto tenga.
UM: ¿Consideras que contribuiste a la educación en Tijuana?
Pues 32 años que trabajé gratis, tal vez no fue de calidad, pero de que pasé horas, sí. Agua Caliente era muy especial, hubo mucha gente que trabajamos por vocación, por el cariño que le teníamos, fue una etapa muy bonita.
LB: Cuando te jubilaste ¿hicieron alguna fiesta?
Fue una fiesta normal, del sindicato de maestros, una comida. Fue en un restaurante en boulevard Agua Caliente del lado izquierdo que se llamaba El Cochito o algo así. Yo no quise hacer mucho barullo, yo no me quería jubilar, pero sé que hay que jubilarse, después estuve muchos años sin ir a la escuela y me sentía mal, yo no estaba contenta con irme.
UM: ¿Cómo percibes la solidaridad que viviste en aquella época?
Había más solidaridad antes, yo vine aquí y encontré mucha solidaridad, en el DF como toda ciudad grande hay menos solidaridad por las circunstancias; la gente es muy amable, pero cada quien está en lo suyo. Y aquí es chiquito y había una solidaridad enorme. Decían: —que a alguien se le quemó su casa—, y al momento ya tenían para hacerse otra, yo me quedaba asombrada y si pedían dinero para tal cosa, hay que conseguir una beca para fulano, y conseguíamos becas al momento. Tal vez porque así es Tijuana, y también por la época. La gente era muy espléndida. Yo decía, aquí en cuestión de nivel de vida, no está tan bien como en México, incluso gente de buen nivel, iba uno a sus casas y eran pequeñas, pero te daban el dinero para una beca, y eso yo allá no le veía y en España, tampoco.
UM: ¿Has vuelto a España?
LB: No. No quiero volver, vives muy a gusto aquí y volver es remover muchas cosas…Si no me dicen del campo de concentración, ni me acuerdo, fue hace 80 años…Me dolió mucho que mi papá todavía pensaba en su tierra, pero no hice el drama de otras personas, traté de que eso era un capítulo de mi vida.
UM: ¿Qué sientes de que antes tenías que esperar la carta con zozobra y ahora la comunicación es inmediata, y de poder tener tu Facebook y los adelantos tecnológicos?
LB: Creo que el internet es bueno para los adultos que estudian algo especializado; para los jóvenes no tanto porque buscan algún dato, y así como lo recuerdan, lo olvidan, no ejercitan.
Aunque no sé si tenga razón. Yo con la nueva tecnología me siento normal, con facilidad paso la hoja. No se me hace raro, lo que se me hace más raro es que esté viva. (RIE). El 25 de agosto del 2022 falleció la maestra Luisa Bargalló a la edad de 100 años, le sobreviven sus hijos, todos estudiaron en la UNAM: Sara Cortés, quien fuera directora de la Facultad de Medicina de la UABC, el afamado poeta Luis Cortés Bargalló y el Químico Jesús Cortés con doctorado en la Universidad de León en España y en Cambridge. Su nieta Aurelia Cortés es literata y su nieto Leo Cortés, reconocido músico de jazz.
Los exalumnos de la maestra continúan dando muestras de afecto con homenajes y recordándola para que las nuevas generaciones conozcan su legado y su aportación a la educación de Tijuana.
Ursula Mansur te recomienda la presentación del libro: Treinta y tantas cosas que usted no sabía de Tijuana, del autor Arturo Arrizón con comentarios del Dr. David Piñera, el historiador Fernando Escobedo y Armando Avakian del Hotel Caesars. Este jueves 15 de junio a las 5 pm en el Museo de Historia de Tijuana, Antiguo Palacio Municipal.
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Ursula Mansur fue invitada a formar parte de Mujeres con propósito por el mundo por rescatar temas histórico- culturales, temas de género y de migrantes en la frontera de México-Estados Unidos, a través de sus publicaciones, teatro y cine; próximamente filmará Faraona, la leyenda de Agua Caliente.
Fotos: Luisa Bargalló Porrera, maestra del centro escolar Agua Caliente, Historia de Tijuana, Semblanza General.
Luisa Bargalló con sus alumnos en Agua Caliente
Sara Cortés Bargalló en el homenaje a la maestra Bargalló en PFLC.
Luisa Bargalló en casa
Los maestros Enrique Briseño y José Barajas en el bungalow 21 Presentación del libro en Museo de Historia de Tijuana.