TIJUANA, ENERO 4, 2019.- Por: Miguel Ángel Torres Ponce.- Cuando un grupo de colegas me pidieron que escribiera unas líneas relativas a la salida del gobierno de Xicoténcatl Leyva Mortera, allá en el lejano 3 de enero de 1989, tuve una duda: lo haría como el periodista que he sido por más de 40 años, o como el Director de Comunicación que fui en esa administración estatal.
Como en el fondo los hechos son los mismos, el estilo de redacción es lo de menos. Sólo la veracidad y objetividad no deben faltar.
El miércoles 11 de mayo de 1983, compartíamos la comida en un restaurante de la Zona Rosa de la Ciudad de México, XLM, el Dr. Gustavo Morales Ramírez, el CP Humberto «Tito» Tessada, Jorge Romero (periodista capitalino amigo personal de XLM) y el autor de este texto, entonces Jefe de Prensa de la Procuraduría General de la República, siendo el titular el Dr. Sergio García Ramírez. De repente, XLM interrumpe la plática: «quiero informarles a todos que a las 5 de la tarde tenemos que estar en la sede del Comité Ejecutivo Nacional del PRI».
Luego dirigiéndose al autor me dice: «háblale a Lalo Andrade (Director de Comunicación Social de la PGR) y dile que ya no regresarás por la tarde». Gustavo Morales -doctorado en Filosofía y Letras, egresado de la Sorbona de Paris y casi casi mi segundo padre- sentado junto al autor en la mesa, me da un leve rodillazo y me guiñe el ojo, al mismo tiempo que con su característico sarcasmo decía: «Flaco, este arroz está bien cocido», dándole una cucharada a la paella que degustaba.
Fue así como inició la etapa profesional más importante de mi carrera de periodista. Convivir durante 6 años (enero de 1983 a enero de 1989) con XLM, resultó ser el curso de maestría y doctorado más ilustrativo que cualquier periodista hubiera decidido cursar. No podía ser de otra manera, cuando el político en cuestión es uno de los personajes más cultos que he conocido.
Escuchar los discursos de XLM en campaña, con aquel estilo de narración descriptiva que transportaba y ubicaba al oyente a la realidad temática de la pieza oratoria, fue un privilegio de muy pocos, además de ser una clase de historia política nacionalista. Si no, que le pregunten al entonces presidente nacional del PRI, Adolfo Lugo Verduzco que impávido observaba y escuchaba por primera vez hablar a XLM en un acto en el Valle de Mexicali.
El gobierno de XLM tuvo derroteros que marcaron esa administración como una de las más progresistas de su época y que seguramente pocos los recuerdan. En el aspecto educativo Baja California alzó la bandera blanca de la alfabetización al 100%. Se tuvo cobertura total en primaria, secundaria, en bachillerato y en la universidad, Algo que no se ha podido repetir en gobierno posteriores.
Al mismo tiempo se complementó la construcción de los institutos tecnológicos, dándole un impulso significativo a la educación técnica en BC. La inversión federal en BC ordenada por el Presidente de la República, Miguel de la Madrid, se orientó a la construcción de obra en la geotermia y termoeléctrica, con lo cual se garantizó el suministro de energía a toda la región por varias décadas.
También se le dio seguimiento a la magna obra federal iniciada en el gobierno del Presidente Luis Echeverría: el acueducto Río Colorado-Tijuana, que se continuó en el gobierno de José López Portillo y que culminó en el periodo del Presidente De la Madrid y de XLM como gobernador. El recurrente problema de la falta de agua en la zona costa de Ensenada, XLM lo resolvió construyendo el acueducto Morelos, transportando agua de los mantos freáticos del Valle de Guadalupe y del arroyo de Francisco Zarco a los ensenadenses.
Para todas aquellas familias de migrantes que decidieron residir en BC, XLM creó el programa de Fraccionamientos Populares, con Margarita Ortega a la cabeza. Fue así como se repartieron miles de lotes con pié de casa en toda la entidad. Zonas de Tijuana como El Florido y el ejido Matamoros fueron pioneras de este programa de alto sentido social. Pero todo lo bueno de este gobierno quedó trunco el 3 de enero de 1989, cuando una llamada de la Secretaría de Gobernación cambió el destino de XLM y de Baja California.
Carlos Salinas de Gortari, en su desesperado intento de «legitimar» su incipiente gobierno, empezó a desterrar a todos los ejecutivos estatales, en cuyas entidades ganó Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988. Primero fue Luis Martínez Villicaña en Michoacán, luego XLM en BC, siguiendo con Beteta en el Estado de México, Neme Castillo en Tabasco, etc. etc. Acciones desesperadas de un presidente ilegítimo que tuvo en la represalia y la venganza sus principales armas contra la constitucionalidad democrática de los gobernantes finalmente removidos.
La historia siempre tiene dos caras: o se cuenta lo bueno para que queden en la memoria los pasajes positivos, o en su defecto, resalta los aspectos negativos, que por lo general, siempre son los menos. Uno de los hechos de mayor importancia fue el tema del pasivo de más de 20 mil millones de pesos (de esos pesos de 1983) con que recibió la administración estatal XLM. Su sustituto, el interino Óscar Baylón Chacón, la recibió con CERO PASIVO.
Creo que ese debe ser el mejor recuerdo de los bajacalifornianos, el mejor recuerdo de un gobierno cercano a la gente, pero todavía más cercano a los colegas periodistas. Ni recuerdo ya cuántos reconocimientos le hicieron los reporteros y fotógrafos a XLM; el trato fue de amigos más que de gobernante a reportero.
Dicen los que conocen a XLM, que si éste se hubiera quedado en el gobierno, Carlos Salinas y la camarilla -muchos bajacalifornianos entre ellos- que se confabuló contra el liberal gobernador, no hubieran podido desarrollar su plan de convertir a Baja California en una recurrente moneda de cambio.
Han pasado 30 años de silencio; 30 años de espera; 30 años para levantar de nuevo el rostro y mirar fijamente el futuro prometedor que le espera a Baja California.
La nueva historia está por venir, 30 años después.